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Mostrando entradas de noviembre, 2014

3 años en 43 segundos

Me gusta capturar mis emociones y cambios durante el tiempo, me gusta verme y recordar que estaba sintiendo o viviendo en esos momentos, mientras estoy leyendo, creando o estudiando o simplemente en un momento de ocio. Estos autorretratos me recuerdan lo que soy y lo que fui. Y quien quiero ser.

El susurro de un escalofrío

En insomnios como este mi espada envainada llora afilada de duda sin una lucha clara más que hacerme sangrar. Llena de melancolía se empuña en mi mano abatida busca entre las cenizas ese incendio que le de brillo, ese fuego que grite y haga crujir la hoguera escondida en las entrañas de mi océano, pero todo es una cortina de humedad, olas, polvo y huesos que ahogan su afilada convicción de encontrar. Cansada reposa su filo en la comodidad de mis sueños entre los brazos vacíos de mis sábanas y lucha por tu beso evanescente, que ahí, correspondes entregándome un capullo que muere en tu boca y renace siendo mariposa en mis labios sin nombre ni rostro con alas de colores que no conozco quizás solo existas en la imposibilidad de ese encuentro, en esa calle, cuando me miras y te miro mientras los muros observan con envidia que nadie nos puede encerrar pues nos defienden nuestras alas y nos iluminamos reconociendo la luz de la sencillez que delimita un en

"La lengua es una extensión del corazón"

Él tomará tu deseo

(Leyenda maya) Los mayas, más viejos y sabios, cuentan que los dioses crearon todas las cosas de la Tierra. Y a cada animal, a cada árbol y a cada piedra le encargaron un trabajo. Pero, cuando ya habían terminado, notaron que no había nadie encargado de llevar los deseos y los pensamientos de un lado a otro.  Como ya no tenían barro ni maíz para hacer otro animal, tomaron una piedra de jade y tallaron una flecha. Era una flecha muy chiquita. Cuando estuvo lista, soplaron sobre ella y la flechita salió volando. Ya no era una flechita, porque estaba viva. Los dioses, habían hecho un colibrí. Era tan frágil y tan ligero el colibrí que podía acercarse a las flores más delicadas sin mover uno solo de sus pétalos. Sus plumas brillaban bajo el sol como gotas de lluvia y reflejaban todos los colores.  Entonces los hombres trataron de atrapar al pájaro precioso para adornarse con sus plumitas. Los dioses se enojaron y ordenaron: “si alguien lo atrapa, el colibrí morirá”.

@selketyhay