“(…) digamos me hace falta tiempo sin tiempo.” Mario Benedetti Quiero hablar del tiempo, porque lo relaciono con la espera de la muerte. Cuando hablo de él nunca pienso en el pasado, sino en aquel que transcurre, que da a luz un segundo y luego lo mata. El tiempo es una madre cruel. Si el tiempo fuera liquido, los segundos serian gotas, nos iríamos hundiendo hasta morir de asfixia. Nuestras lágrimas salen cuando el tiempo nos inunda por dentro y se derrama a través de nuestros ojos, esos blandos cristales por los que el alma lo mira transcurrir. El tiempo tiene conciencia propia, porque me quita el sueño, ¿será porque en los sueños no existe, y no quiere ser olvidado?, o cuando hace mis esperas más largas, me conoce, se burla de mi cuando quiero matarlo, y me perfora de impaciencia con golpecitos en la mente. “Tiempo al tiempo”, unos dicen. Tremenda contradicción; es alimentarlo, llenar su ego, reflejarlo en un espejo que atraviesa como un portal, que lo hace más lar