Poco a poco he encontrado la luz pero la oscuridad me reclama de vez en cuando. Después de todo la mirada se acostumbra a la ausencia del Sol y ese cobijo nocturno es familiar, cómodo y cálido. No dejaré de ser una criatura de la noche. La mounstra con el corazón desfigurado vuelve a arrastrarse desde mis entrañas para aparecer, para poseerme, envolverme las pupilas con sombras ensordecedoras. Vuelvo a despertar dentro de la garganta/vientre de la colosal serpiente, en la paz absoluta de una muerte sin estrellas ataviada con plumas negras, que me canta al oido Nocturnos fantasmales, secretos abismales, cuencas ancestrales que me invitan a probar lo prohibido de la sangre, de la carne, de los odios que no he permitido nacer, de las garras que no dejo crecer, a la luz de mi Luna. Los vientos de Hekate me favorecen. Me nacen del pecho tentáculos, tinta, liquido vital, tinta sangre, que vierto en el universo, un verso, derramado, que mancha mis la