La dama dorada llama adorada vida amarga que se va y que viene de regreso se le enreda a la muerte entre los huesos me mira y me dice: no llores más mi niña no te sientas perdida entre mi manto las estrellas son besos de luz del universo caricias celestiales que con la luna te guían hacia un nuevo comienzo una nueva armonía de acordes arcoíricos de paisajes idílicos manos entrelazandose en el viento. La nada me dió todo acurrucando mi alma entre el calor de cuatro pupilas mordiéndose colisionaron abrazando con su mirada la oscuridad de mi ser la inmensidad de la sed que no he logrado saciar llamando al amanecer ni ahogándome en el mar de brazos y camas de pieles y almohadas desnudándome atándome para luego dejarme con la puerta cerrada dando la espalda a la sonrisa forzada carne mutilada ave vulnerada de decepciones enjaulada a un sueño aferrada con la mente afligida de esperas y desencantos miedos, rocas y llantos fantasmas y silencios hongos y huecos sangre que brota de una