Ven amor mío, olvídate de todos tus prejuicios, retrocede las manecillas de lo eterno, abre esas páginas de antaño como las alas de un ave en fuga. Ven, toma mi mano y acompáñame a ser niños. Cuando caigamos en la ternura verde y tus ojos brillen cual dos estrellas juguetonas y mis ojos centelleen como dos astros risueños, bailemos dando vueltas al compas de la naturaleza, hagamos hoyitos en la tierra, platiquemos con las plantas, besemos las flores. Tendidos en el pasto cabeza con cabeza, pintemos sueños de alegría, bordemos luces de algodón, y sembremos frutos de azúcar en el manto azul que nos sonríe. Y si esa dicha se viste de gris cierra los ojos, siente como llora y te moja la cara, mira como en tu mente la espuma se desborda. Contemos las ramas, piedras, estrellas, juguemos a descifrar el infinito sin pensar en que es un juego eterno. Acompáñame seremos niños, pero nunca más solos. Y como todos los viajes, éste tiene su regreso. Acompá