Hace unos días quería ver la película de Barbie, porque me gustó mucho Lady Bird y la temática feminista que he visto que toca me interesaba. Sin embargo, en el Under proyectarían un documental a cerca de testimonio de mujeres, así que opté por esa opción, "es más real" pensé menos plástica: Tempestad de Tatiana Huezo.
A pesar de haber visto varios documentales (porque mi trabajo me ha llevado a querer aprender más de ellos), me quedo corta cuando digo que me atravesó y me dolió profundamente la historia de estas mujeres. Más específicamente, además de su historia, la forma en que es contada. Y no es casualidad, pues el documental esta hecho para eso. Para seguir muy intímamente sus historias, aún con imágenes que se convierten por momentos en metáforas visuales, que más que narrar, acompañan al testimonio, como en un viaje hacia el interior de cada una.
La tempestad es un documental de muchas cosas: de las historias de estas mujeres sobrevivientes, pero también habla de la maternidad, de como es vivirla luego de un severo trauma y violencia extrema, entre la risa y el llanto, en la paradoja de un corazón herido que vive y ríe a ratos, que se apaga con los recuerdos pero que encuentra motivos para seguir. Habla de la gran fuerza que tienen las mujeres (o que el sistema las forza a tener que mostrar), habla de impunidad y corrupción, de como los vulnerables son los que terminan siendo víctimas de un sistema podrido. Habla de amor, ternura y cuidado aún estando en la oscuridad, de la empatía y de la falta de ella, de personas reales, de la fragilidad de la vida, de como unas vidas son reducidas a un negocio, como si fueran pescados o productos en un mercado.
La tempestad es un documental de muchas cosas: de las historias de estas mujeres sobrevivientes, pero también habla de la maternidad, de como es vivirla luego de un severo trauma y violencia extrema, entre la risa y el llanto, en la paradoja de un corazón herido que vive y ríe a ratos, que se apaga con los recuerdos pero que encuentra motivos para seguir. Habla de la gran fuerza que tienen las mujeres (o que el sistema las forza a tener que mostrar), habla de impunidad y corrupción, de como los vulnerables son los que terminan siendo víctimas de un sistema podrido. Habla de amor, ternura y cuidado aún estando en la oscuridad, de la empatía y de la falta de ella, de personas reales, de la fragilidad de la vida, de como unas vidas son reducidas a un negocio, como si fueran pescados o productos en un mercado.
Habla de resistencia, de resiliencia, de las personas "pagadoras" que terminan en prisión aún siendo inocentes, de que en México existen destinos peores a una prisión, de que quizá seamos por naturaleza "buenos" pero también corruptibles, de que los perpetuadores de violencia no son mounstros, sino personas que van a misa los domingos y cargan a sus hijas con ternura. Son nuestros mejores amigos. Habla del dolor de no poder decir adiós a una hija desaparecida y el dolor de tener que dejar atrás una vida, con futuro y sueños, para luego regresar a ella estando totalmente rota.
En una entrevista la directora, menciona que para ella fue muy importante no "gastar el drama" y darle pausa a la voz y al relato de las sobrevivientes. Y es esa cadencia en la voz la que te hace sentir que estas ahí, con ellas, como tomándoles la mano, mirandoles a los ojos, mientras te cuentan su historia, como si se lo contaran a una amiga. Fue doloroso escucharles, fue doloroso ser testiga de su tremenda pérdida y dolor, y aún así, que importante es conocer esas historias, que poderoso darles voz y visibilidad, porque a través de su valentía de contarlas, podemos ver la realidad, que, aunque cruda, surreal, absurda, decadente y distópica, esta sucediendo.
En una entrevista la directora, menciona que para ella fue muy importante no "gastar el drama" y darle pausa a la voz y al relato de las sobrevivientes. Y es esa cadencia en la voz la que te hace sentir que estas ahí, con ellas, como tomándoles la mano, mirandoles a los ojos, mientras te cuentan su historia, como si se lo contaran a una amiga. Fue doloroso escucharles, fue doloroso ser testiga de su tremenda pérdida y dolor, y aún así, que importante es conocer esas historias, que poderoso darles voz y visibilidad, porque a través de su valentía de contarlas, podemos ver la realidad, que, aunque cruda, surreal, absurda, decadente y distópica, esta sucediendo.
Estan sucediendo. Todas esas brutalidades, abusos, que no caben dentro de una caja rosa, que no se pueden adornar con peinados ni ropas fashión, ni números musicales, que son la contraparte de todo el espectaculo mediático que nos vende historias que, si bien nos hacen reflexionar, carecen de esa brutal honestidad que necesita la humanidad para quitarse la benda de los ojos de una jodida buena vez.
Tempestad es una historia de carne y hueso, mas allá del plástico.
Aún así confieso que veré Barbie, porque mi cinefilia me lo pide. Pero quizás la veré con otros ojos, más rojos, más iracundos, más llenos de esa brutalidad y realidad.
En el documental, en particular, me impactó y detonó mucho una parte que relataba Miriam, (una de las supervivientes), ella cuenta que, dentro de esa carcel, que estaba tomada por un cartel que extorsionaba a las familias de las presas, presenció el brutal asesinato de un joven de 17 años, que antes de recibir el golpe que le quitaría la vida, por parte de un hombre, ella le preguntó su nombre, "Martín" le dijo justo antes de verlo tirado sin vida. Cuando vió eso ella dice que sintió que "se rompió algo dentro de ella, algo bueno".
Esa parte me tocó muy profundo, por ese confrontarse con la muerte de forma tan contundente. Ella comentaba que el hombre que mató al muchacho la miró, y que en sus ojos no encontró nada, ni una gota de humanidad, solo vacío detrás de esa euforia. Confieso que en esa parte sentí mucho miedo, pavor. Tal vez porque, como muchas mujeres, me he sentido así, impotente ante la violencia y la muerte, tal vez porque recordé la mirada de mi progenitor cuando perdía el control y se enojaba, y lo vulnerable que me sentía ante su fuerza, o al verlo violentar a mi mamá y a mi hermano. Y sé que no se compara, con la violencia que vivió Miriam, que fue extrema, sin embargo, me vi un poco en ella así como ella se vio en Martín, así como me veo en cada una de las mujeres que han sobrevivido al abuso, violencia o a una experiencia traumática.
El trauma te da el regalo (o condena) de tener una profunda empatía, y desde la alta sensibilidad que esto me provocó, le escribí un poema a Martín, que a la vez es un poema a Miriam, dándole voz a ella, abrazándola, es un canto de amor al dolor de ver a quienes sufren. Con este poema que esta en proceso de ser canción, me despido. Se los comparto. Gracias por leer.
Martín se llamaba Martín
A los ojos lo vi
Y el también me miró
Martín Martín
Su nombre pregunté
Martín
Y me dijo Martín
Martín
Unos ojos perdidos
En la osucuridad aparecidos
Te miraron malignos
Le cortaron el camino
A tus ojos sin brillo
ensangrentados
Sin vida,
Martín se llamaba Martín
A los ojos lo vi
Y el también me miró
Martín Martín
Su nombre pregunté
Martín
Y me dijo Martín
Martín
Unos ojos perdidos
En la osucuridad aparecidos
Te miraron malignos
Le cortaron el camino
A tus ojos sin brillo
ensangrentados
Sin vida,
sofocando
Tus sueños escurridos
Brotando rojos de tus oidos
Martín
En tus ojos me vi
Martín
Y tu miedo senti
Martín Martín
La bestia violencia te mató
No era un mounstro
Era un humano, como tu y yo
Y mi alma se quebró
Algo en mi se rompio
Algo en mi se murio
En tus ojos migrantes
En tu nombre olvidado
En tus 17 años
Solo tenías 17 años
Pero por mi siempre seras recordado
Y abrazaré tus ojos llenos de temor
Cuando mire en el espejo los míos
Cuando abrace en las noches a mi niño
Martín
Nunca te olvidaré
Y tu nombre cantaré
Martín Martín Martín
Algo en mi se rompió
Algo en mi se murió
En tu mirada sangrante
En tus ojos migrantes
En ese cuarto oscuro
Apilado de sueños perdidos
Algo en mi se rompió
Algo en mi se murió
Con mi Martín
SELKET YHAY
Tus sueños escurridos
Brotando rojos de tus oidos
Martín
En tus ojos me vi
Martín
Y tu miedo senti
Martín Martín
La bestia violencia te mató
No era un mounstro
Era un humano, como tu y yo
Y mi alma se quebró
Algo en mi se rompio
Algo en mi se murio
En tus ojos migrantes
En tu nombre olvidado
En tus 17 años
Solo tenías 17 años
Pero por mi siempre seras recordado
Y abrazaré tus ojos llenos de temor
Cuando mire en el espejo los míos
Cuando abrace en las noches a mi niño
Martín
Nunca te olvidaré
Y tu nombre cantaré
Martín Martín Martín
Algo en mi se rompió
Algo en mi se murió
En tu mirada sangrante
En tus ojos migrantes
En ese cuarto oscuro
Apilado de sueños perdidos
Algo en mi se rompió
Algo en mi se murió
Con mi Martín
SELKET YHAY
Comentarios
Publicar un comentario