He comenzado a disfrutar mucho mi tiempo a solas. Y me doy cuenta que la fantasía de estar con alguien siempre ha sido mi escape porque nunca se me presentó otra alternativa. Hasta hace algunos años. Ayer, por ejemplo, fue riquísimo estar leyendo, mientras degustaba un té de jazmín a solas, y sintiendo la calidez del atardecer. Creo que estar en este espacio solitario y observador me ha permitido darme cuenta de ese papel tan curado y actuado que juegan la mayoría de las mujeres hetero para agradar y conquistar a un hombre en las citas. Justo frente a mi, se desarrollaba una primera cita, ella, bellísima, arreglada con un outfit de Diosa, tacones, una falda, y maquillaje impecables, es decir, perrísima nuestra amiga, (a veces creo que solo entre nosotras y los gays jaja podemos valorar ese esfuerzo). Pero el sujeto en cuestión, ese hombre que nos dicen que necesitamos, esa cita que nos obliga la sociedad y la tías a tener para encontrar por fin un “esposo”, para no estar incompletas, él, bueno, me quedo corta cuando digo que iba súper fodongo, y me cuestiono si se había bañado. Hasta coraje me da acordarme. Me dio pena ajena como nosotras ponemos tanto empeño por agradarles, y al final ellos se sienten los partidazos haciendo el maldito mínimo esfuerzo. Ella de verdad era tan guapa, y me dirán qué tal vez ella se arreglo para ella, pero era clarísimo el desequilibrio entre su empeño y el nulo esfuerzo de él. Y de pronto cuando pensé que no se podía poner peor, él sacó un charango.
- Te voy a tocar una de mi autoría - le dijo con gran orgullo, y procedió a tocarle (y perdonen la expresión) la canción más culera del mundo, con la voz más pinche que se puedan imaginar, mientras yo envidiaba un poco la seguridad que tiene el blanquito hetero promedio.
Yo, que estaba en la mesa frente a ellos, ahogue mi risa usando mi libro para ocultarme. Pero ella, ella lindísima lo escucho con toda la ternura y atención. Parecía incluso ilusionada, y sus ojos me partieron, porque un vato tan mediocre con una diosa como ella es la receta perfecta para que las cosas salgan mal… para ella. Y me refiero a verdadera violencia, la que ejercen machitos inseguros y con el ego elevado.
En parte me proyecté, porque yo estuve ahí, (excepto por la parte de los tacones, los detesto) en una cita con un sujeto mediocre y violento que en algún momento termina revelando su verdadera cara. “Pierdes tu tiempo amiga” pensé, mientras recordaba dos escenas de la película de Barbie, la de Ken tocando la canción y la otra en que las Barbies comienzan a darse cuenta del “hechizo masculino” que los Ken habían comenzado a tener sobre ellas. Quise sacudir a nuestra amiga, hacerla reaccionar, y que se diera cuenta de lo ridículo que era él y en general es ese tipo de hombres. Pero yo estaba muy a gusto, sola tomando mi té de jazmín y me consolé pensando que era su evento canónico.
De pronto a mi derecha se sentó un ruidoso y jovial grupo de amigas. Se veían jóvenes, en sus early 20’s tal vez, y me sentí un tanto acompañada, hasta que se pusieron a hablar de… redobles de tambor… vatos. Podrían hablar de cualquier cosa, de sus sueños, planes, inspiraciónes, de sus vidas, pero no, como si también estuvieran inmersas en el hechizo, todo el tiempo de conversación giró en torno a lo guapo que era Miguel, y lo solterísimo que ahora estaba Rober, y decidiendo quién de ellas se lo cedía a quien. También quise sacudirlas, pero “escuchamos pero no juzgamos”. En este punto ya comencé a sentir cierto enojo, porque sentí que no era justo para ellas, que su energía y disfrute de su tiempo libre girara en torno a esos sujetos, que probablemente eran tan ridículos como nuestro compa del charango.
Nuestra vida no debería girar en torno a ellos, a agradarles, o en general en torno a las pareja o a la monogamia. El amor es más abundante cuando es distribuido entre ti mismx, tus amigues, unx o varixs significativxs otrxs con quien compartirte, por que existen más modelos relaciónales éticos y diversos. Pero lo más importante (o al menos para mi) es que mi vida, es mía y debe girar en torno a mi, yo soy mi propia ancla y mi amor es tan abundante que lo comparto con otrxs. Creo que la vida en comunidad es súper importante pero, para nosotras las mujeres, que nos enseñaron a ser todo menos nuestras, es fundamental entender que somos el centro de nuestras propias vidas.
Más allá de las citas, de la maternidad, de la imposición social de que vamos a ser unas “quedadas”, están nuestro corazón y bienestar, nuestros sueños, nuestros proyectos y pasiones, ser libres, estar a salvo. Muy frecuente me repito eso, “estoy sola pero al menos estoy a salvo”, y fue difícil, pero aprendí a irme a la primera. A la primera falta de respeto.
Así me sentí tomándome mi té de jazmín, al centro de mi vida, en el ojo del huracán en calma mientras era testigo de la caótica fantasía en la que nos obligan a las mujeres a vivir y en la que francamente yo misma viví mucho tiempo (y como una fea adicción lucho constantemente por no recaer). Pero es más significativo el tiempo conmigo, aún rodeada de parejas, que estar sometida a un vato inmaduro, o violento, que quiere que le eduquen, que busca una madre no una compañera de vida, que no se sabe comunicar, que hiere, que es irresponsable con mis emociones, que quiere que llene sus carencias.
No me mal entiendan, no creo que todas las mujeres con pareja están sometidas a su hombre tóxico, ni tampoco romantizo el estar sola, porque la verdad tiene sus momentos de vulnerabilidad, es duro, pero espero que cada una de nosotras pueda encontrar una forma de vivir el amor sin sometimiento, priorizándonos a nosotras mismas y no a las parejas, y si estamos solteras (que prefiero el término autonomía emocional a “soltería”) nuestro mundo no gire en torno a encontrar a una pareja que nos va a “completar.” Así cuando llegue alguien, se encontrará con una mujer que se ama tanto y que se siente tan segura de si, que tendrá que competir con ello para estar con ella, entendiendo que él nunca será su prioridad por encima de la de ella. Y por el contrario y aunque nuestro sistema nos enseñó otra cosa, nosotras tenemos tanto que aportar a la vida de un hombre, que es a ellos a quienes les corresponde ganarse nuestra confianza y aprobación, para tener el privilegio de entrar en nuestro espacio y en nuestra vida.
Se preguntarán qué pasó con nuestro compa del charango y nuestra amiga de falda. Pues después de un rato ellos se marcharon del lugar y no hubo besos, ni abrazos. De verdad espero que ella no le haya dado espacio en su vida ni en su corazón, y que encuentre a alguien que le toque una canción a la altura de la increíble mujer que es. Una que haga bailar a su corazón en el lugar más sagrado que un hombre, no un niño, la pueda poner.
Comentarios
Publicar un comentario