Siempre caótica,
libre, errática,
miente la oscuridad,
mienten las sonrisas,
pero no miente la mirada
transparente y tibia.
Miente la vida
aunque sea clara,
pero nunca el sabor de un momento,
la lengua rozando instantes
de amargo retorno,
vuelve la brisa,
no vuelve el tiempo,
olas
sin peces
enredados en mi pelo.
La sal de los ayeres
con redes, muere,
desaparece el desenfreno
purpura de la soledad
compañera de los besos
de sabores invisibles.
Soy,
solo soy
no hay aves a mi alrededor
no todas las plumas suenan grises
en mis oídos cansados
de sostener la culpas
recuerdos sagrados
sangrados.
¿Cuántos roces en el pecho sudoroso
de aquel espejo roto
se han llenado de nieve?
tinta de alba,
máscara embrujando mis manos,
cruces tachando los rostros
dorados de permanecer callados,
mi sombra es mi reflejo,
la acaricio tan arrugada de semillas,
agrietada de dolores viejos
permanece sólida,
baila y gime,
solloza cantando,
camina con las manos
cual ciego comiendo el rostro
del amor clavado en la pared.
Mira esqueletos
que se comen unos a otros,
como cuando la nada devora la muerte
y la muerte se resigna
a alimentar los huesos
floreciendo en polvo,
marchitando en el lodo
que endulza la avaricia
de ventanas rotas sin techos,
puertas fuera de la órbita,
calamares gigantes desmembrando
el zumbido de las galaxias
sin calendarios solares,
ni leyendas pintadas en pantallas
de luces multicolores,
despertando la lava agitada
del roce de dos pieles tectónicas,
cantando a la nada con rugidos de vapor
que destellan dedos mieléktricos,
mi pecho: un ámbar de luz
combatiendo tus heridas y ladridos
con látigos y latidos
desembarcando
volviendo al susurro que trae la tarde soleada
y a las flores que trinan de amor.
SELKET YHAY
SELKET YHAY
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