Hola Bandita. Les quiero contar cómo y por qué decidí cancelar mi participación en la galería del evento del Foro GLI. Esto no es con el fin de “quemar” a nadie ya que ni si quiera tengo a los seguidores suficientes para hacerlo viral o que genere un impacto mediático, es simplemente para compartir mi experiencia, desahogarme, generar consciencia sobre el trabajo de ser artista y como no siempre recibe el respeto que merece. Es un testimonio importante sobre los retos que enfrentamos como artistas en eventos que, aunque parecen oportunidades, a veces se desarrollan con una falta grave de responsabilidad y profesionalismo.
Todo comenzó cuando recibí la noticia de mi participación por correo 3 días antes del evento, lo cual es bastante poco tiempo para los detalles de montaje y preparar otros materiales para promocionar mi trabajo, (postales, stickers, etc) la verdad desde ese momento algo me pareció raro, pero aún así, no me puse exigente dejé que todo fluyera y emocionada por haber sido seleccionada, decidí seguir adelante y participar.
En el proceso la comunicación a cerca de los detalles de montaje fue amable pero caótico, las obras tenían que ser entregadas el martes unas horas antes del coktail de bienvenida del evento. Primero me comentaron el sábado (a tres días del evento) que compartiría una mampara de 2.33 de alto por 1.80 de ancho, mandé mis obras y fichas técnicas en un documento, cuidando que cupieran, “llevo todas estas y si no cabe alguna solo la quito” les comenté, luego el domingo hasta las 8 de la noche me solucionaron que al final si era la mampara completa, todo el lunes fue de repensar el acomodo de mi obra, y preparar mis materiales de auto promoción. Todo esto que les cuento de la mampara también me hizo sentir incómoda y con dudas a cerca de la organización pero, aún motivada por la oportunidad, pensé que tal vez no era prueba de algún problema mayor.
Llegó el día de montaje, me comentaron que debíamos llevar la obra en un horario de 3 a 5 pm, el evento se está llevando a cabo en Hacienda de los Morales en Polanco, y como artista periférica que vive en Tláhuac, si me implica un esfuerzo moverme para allá, no es queja, es una realidad diaria, pero es algo a considerar ya que sé que algunas de las chicas artistas también se tuvieron que desplazar desde Xochimilco entre el tráfico y la lluvia. Yo decidí irme en auto para proteger la integridad de mi obra. Este esfuerzo de desplazarse, es un esfuerzo que todo mundo quiere que valga la pena. Partí con mis cuatro tintas y cuatro acuarelas con confianza en que todo saliera bien y muy emocionada.
Hasta ahora la comunicación había sido en individual y luego nos agregaron a todas en un grupo, nos comentaron que estaría alguien recibiéndonos en la entrada principal.
Por fin luego de 2 horas de camino llegué.
Al llegar a la entrada principal, no había nadie, pero luego de un rato de espera llegó por mí una chica, mi emoción se hizo más fuerte al ver lo lindo del lugar, aunque he visitado otras ex haciendas antes, ya sea por trabajo o vacacionando, esta no lo conocía. Llevé las obras al lugar del montaje, y aproveché para preguntarle todos los detalles que hasta ahora no nos habían comunicado, tales como las fichas técnicas de las obras que llevaba y faltaron luego de la confirmación de la mampara completa, cómo sería la inauguración y la entrega de obra luego del desmontaje. Me pareció raro que no tuvieran detalles de entrega y desmontaje, y también que no estuviera la persona con la que tuve comunicación todo ese tiempo (luego me enteré que ella estaba en Colombia y todo lo veía desde remoto) y que ella misma es la que tal vez nos daría indicaciones de la entrega de las obras un día después del evento pero que no había nada claro. También nos acercamos al encargado de montaje y dijo que ya no era posible hacer nada con las fichas técnicas, y que se tendrían que exhibir así mis obras. “No importa por qué va estar tu nombre” me dijo la chica que me recibió, “ni modo”, pensé. Me pareció poco profesional que no me dieran ningún formato para firmar de recibida mi obra, número de piezas, estado de la obra, pero “aún así me quedé”, ya estaba ahí ahora solo faltaba esperar la inauguración del evento.
A partir de aquí empezaron a crecer mis observaciones de que algo no iba tan bien, que se hicieron cada vez más incómodas, las personas encargadas del montaje no tenían idea de cómo montar obra, eran más como decoradores de eventos, no tenían experiencia museográfica. Medían el espacio “a ojo” y con los dedos.
Quienes me conocen saben que no soy tan exigente con estas cosas, lo realmente grave vino con la lluvia. Pregunté si la galería al aire libre tenía algún tipo de protección por si llovía. Me dijeron que ya estaba “todo resuelto”.
Confié. Luego vi que las movieron a donde estaría la Expo y era en una de terraza con arcos, si había algo de techo pero aún así era un lugar abierto y me preocupé porque no había nada más cubriendo la terraza.
Decidí confiar, traté de relajarme fui al cocktail de bienvenida, conviví con gente muy linda que conocí ahí, y de pronto se empezó a caer el cielo. Entre que estaba tratando de encontrar a todas las artistas que participaban en el evento y entre que estaba platicando, pasé un rato de distracción, pero luego me preocupé por mis obras, ya que si fue una lluvia muy, muy intensa. A nosotros nos llegó la brisa y eso que estábamos debajo de una carpa. Una de las organizadoras me dijo, no te preocupes todo está bien con tu obra.
Aún así, decidí ir a ver la galería con otras de las chicas, cuando llegué estaban solo las obras mías y las de otra chica artista fotógrafa colgadas en las mamparas, ella me dijo que había visto que no las quitaron porque tenían vidrio y que durante la lluvia solo habían resguardado las obras de papel y carboncillo y otros cuadros, pero la manera en que las resguardaron era más bien que “amontonaron todo y hasta se arrugaron un poco los bocetos” fui directo con la organizadora y le pregunté si mis obras las habían resguardado durante la lluvia o las habían dejado ahí, solo por que tenían vidrio y me dijo “no te puedo confirmar ni asegurar que las hayamos resguardado” y luego le pregunté, “¿y qué hacen siendo las únicas montadas entonces si la galería ni siquiera va a ser parte del evento hoy?” (no lo fue, nadie vio la galería ese día, las obras se montaron pero nunca pasó la gente a visitarlas todo ese primer evento fue en otra área). Solo se quedó callada y no me supo contestar.
Luego le pregunté si las iban a desmontar durante la noche y me miró con cara de que que “no sabía” o como si yo estuviera pidiendo mucho. Le dije “¿y si vuelve a llover durante la noche ? No puede ser qué piensen en dejarlas montadas estas son obras originales, son irremplazables, aunque tienen cristal corren peligro de humedecerse y que se mojen están al aire libre y más con las lluvias que están cayendo”, ella me dijo, “bueno ven para que no estés preocupada vamos a desmontarlas y guardarlas” pero ella no estaba como muy convencida, para ese punto sentí que vio mi insistencia como una exageración. Un chico que venía acompañando a una de las artistas la miró y le dijo “es que son sus bebés” como tratando de convencerla. Y yo pensé, “es que es básico de manejo de obra no dejar que se mojen y no debería estar rogando porque las cuiden”.
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Estas son fotos de la galería luego de la lluvia y después de desmontar mi obra. |
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Esto está justo después de los arcos es un patio sin techo. |
Bandita, en este punto yo seguí acompañando a las personas y artistas que conocí en el evento, pero muy distraída por lo sucedido, me despedí de ellas, me senté sola un rato a llorar de la desesperación, hablé por teléfono con una amiga curadora quien me contuvo y estuvo de acuerdo conmigo sobre los puntos mínimos necesarios que no se cuidaron, y luego de pensarlo decidí que no me daba confianza dejar mis artes que son tan preciados para mí, en manos de esas personas. Con tan mal manejo de la obra y con tanta falta de experiencia.
Al final pensé en lo emocionada que estaba por esta oportunidad pero decidí que no se estaba respetando ni tratando con cuidado y responsabilidad mi trabajo. También hay que saber cuando irse, pensé. Guardé mis cosas y mis obras y antes de partir se dieron cuenta dos de las organizadoras y se me acercaron. Me dijeron “te ofrecemos una disculpa por parte de la organización la verdad es la primera vez que hacemos esto y nos rebasó, estábamos aquí y allá y aceptamos nuestro error, te pedimos una disculpa, y lamentamos que haya pasado esto, si íbamos a resguardar tus obras durante la noche eh?, pero es que solo somos dos personas para todo el evento” yo siempre fui muy amable y respetuosa bandita, siento que se puede poner límites, y dar a respetar tu trabajo sin ser agresivas o violentas, y así les comuniqué a ellas que entendía pero que no había sido nada profesional ni cuidadoso el manejo de obra, que la organización desde un principio fue caótica y que como artista he tenido mejores experiencias y que esta no me parecía que respetara y cuidara mi trabajo así que decidía irme, que había visto el trabajo en otros eventos de organizaciones (de cuando trabajé en la ONU o de la AMDI) y otros eventos de ilustración y diseño en espacios culturales y museos, y que esto no había sido manejado de la forma correcta, y además que había sido una mala idea hacer una galería exterior en tiempo de lluvias. Di las gracias y me fui con mi obra.
Las dos horas de camino a casa vine reflexionando que más joven hubiera dejado pasar todo esto, me hubiera convencido de que lo necesitaba para darme a conocer y que era una “gran oportunidad” pero amo tanto mi obra, amo tanto mi trabajo que ya no estoy dispuesta a que lo traten sin el respeto que se merece, sin el respeto que todo artista y obra se merece. Porque eso es por lo que luchamos, por dignificar nuestro arte, nuestra profesión, nuestros espacios. Yo decidí irme por todo lo observado, pero hay personas que no estuvieron ahí presentes, que mandaron su obra por mensajería y les externé también a las organizadoras que yo me iba, pero que sinceramente me quedaba muy preocupada por el trabajo de las otras colegas, también muy bueno, también muy digno de respeto y cuidado, que ahí se los encargaba mucho.
Creo que fui valiente y coherente conmigo misma. Es algo que me han enseñado los años y la madurez del tiempo. Estuve presente, cuide mi trabajo, me abrí a la experiencia con apertura y confianza, pero también supe poner un límite cuando se cruzó la línea del respeto hacia mi obra, y lo hice de manera profesional y digna. Eso no es fácil, sobre todo cuando existe esta presión constante de “dar a conocer nuestro trabajo cueste lo que cueste”. Considero necesario visibilizar estas situaciones, lo poco que a veces se valora el esfuerzo, la inversión y la dedicación que implica el trabajo artístico. Más aún en un evento para mujeres. Espero que mis palabras generen consciencia, cuidado de los eventos en los que participamos y también puedan darle claridad y fuerza a otras personas que se han sentido incómodas en situaciones parecidas, pero no se atreven a hablarlo, o se han quedado aún sintiéndose incómodas o no recibiendo el mínimo indispensable de respeto.
Llegue a casa, muy decepcionada, pero con vida, cansada, algo hambrienta porque entre tanto solo me comí un par de canapés, (y en el menú de la hacienda había unas quesadillas al ridículo precio de $300 que no me pude dar el lujo de gastar). Y pensando, “y todo eso lo hice sangrando” (porque mujer menstruante).
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