Últimamente he pensado, en como los roles de genero nos limitan a
categorizar comportamientos aprendidos, sobre todo en cuestiones de como ser
hombre y como ser mujer. En realidad pienso que es un deber como seres humanos
traspasar esas barreras de género que nos limitan. Si bien hemos avanzado en
dichos temas de equidad de género, aún percibo etiquetas muy marcadas e
intransigentes.
Pero más allá de romper estas barreras de genero, existe la necesidad
urgente de curar la enfermedad de intransigencia mental existente a nivel
mundial. No basta con preguntarnos si somos femeninos, masculinos, hombres o
mujeres, musulmanes, judíos, cristianos, científicos, psicólogos, artistas.
Finalmente toda ideología, teoría o filosofía llevada al extremo, puede llegar
a convertirse en una religión, trampa o laberinto. Las preguntas que toda persona debería hacerse son: ¿quién soy? ¿qué es lo que me hace ser yo? ¿cuál es mi esencia?,
son los cuestionamientos de los que parte todo proceso de entendimiento de uno
mismo, para comprender después la realidad externa. Finalmente parte de lo que forma
a hombres y mujeres, es aprendido; mas allá de nuestras evidentes diferencias
fisiológicas, la persona se va construyendo y deconstruyendo a partir de lo que
experimenta y le es muchas veces, impuesto.
Esa es la importancia de estar
en contacto con aquel ser que uno fue de niño, ya que, incluso después del
primer artífice lingüístico que lo vistió (un nombre), ese niño es la versión
más pura de Ser que existe. Esa capacidad de asombro, esa curiosidad con la que
se vive en la infancia es algo que nadie debería perder, por que es en donde
comienza nuestra capacidad, de reflexionar, crear y cuestionar. No cabe duda que
la edad es como cubrirse de capas, máscaras, cáscaras, que van opacando la
vista y nublando la libertad. Esa libertad humana que va mas allá del bien y
del mal, y que es más interna que externa.
Imaginé por un instante con los ojos cerrados, un mundo donde no
importa ser vencedor o perdedor, donde los debates se conviertan en argumentos,
en que los juicios y el ego se convierten en preguntas y búsqueda de
respuestas, donde todos vuelven a su esencia humano-amorosa y creadora. Un
mundo con dualidades en el que prevalece lo constructivo, sobre lo destructivo,
y que teje conexiones a partir de las manos de la equidad, la paz y el respeto
a la naturaleza. Donde impera la vida y la vibración del amor.
Abro los ojos y, aunque me encuentro en una sociedad decadente, en un
mundo en guerra, y miro a los ojos ennegrecidos de la humanidad que sigue
luchando contra su propio ser, pienso que sólo imaginar me da esperanza, porque
el futuro esta hecho de ficciones, y si, siendo tan diminuta puedo imaginar
algo tan colosal, (y se que muchos otros lo hacen), puedo seguir aportando un
poco a nuestra pequeña gran utopía día a día. La historia me ha enseñado que todos
los grandes ideales, se han construido desde la conciencia. Si no dejamos de
construir desde ahí, desde el imaginario colectivo a la par que aportamos algo de
ello a la realidad, se concretará. Ese es el poder de las palabras, de las imágenes,
de las ideas. Ese es el poder de ser un humano demasiado humano: recordar a
otros la subjetividad que nos caracteriza. Y que, lo que vivimos ahora, antes
era tan inconcebible y lejano, como ese mundo que imaginé.
SELKET YHAY
SELKET YHAY
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