No soy esta fachada fuerte
Sigo profundamente rota.
Sigo profundamente rota y herida de muerte.
Mi cuerpo no puede a veces
pero mi espíritu si.
Me duele todo
me duele mi madre
y me muestro así
sangrante y doliente.
Me duele vivir
si me duele
pero sigo aquí
resiliente
sigo caminando
y solo las noches en que la luna me lleva
a las profundidades del abismo saben
lo desgarrador que fue perderte.
Hay algo de instintivo en llorar tu muerte,
en el duelo, los ciclos y las emociones
nace el grito primigenio del temor consciente
y mi parte más antigua
la que sabe de premoniciones
es la que grita: ¡Madre!
No estás.
Quiero verte.
¡Madre! Tu muerte es mucho más
que tres tanatologas
y cien pastillas
que dos renuncias capitales
pecados laborales,
que llorar con el mariachi
y perderme en una canción
que misas, trámites
abogados y funerales.
Tu muerte es
terremotos internos
bombas anatómicas
huracán de avispas
polvo de huesos.
Todas las eras
todas las madres e hijas
todos los gritos de todas las épocas
gritan en mi voz
gritan ¡Madre!
todas mis ancestras
llorando seres amades
lloran conmigo cuando te pienso.
El dolor es un trance espiritual
cada lágrima un viaje
por el misterio de lo inerte
Remuevo las entrañas de la oscuridad
con cada grito
porque eso hace la muerte
revolver todo por dentro
revólver y lamento.
“Después de cuatro años, ya deberías estar bien“
¿Piensas que es victimismo
sostener el recuerdo de ella?
Ella era mi madre
Cuatro años atrapada
cuatro años, entre los escombros
de la vida que cayó
pulverizando cada una de mis vértebras,
con su muerte,
también morí yo.
Hacerme la fuerte no sirve
para aliviar este dolor
no se debe ocultar,
sigue resurgiendo,
porque lo sigo sosteniendo
a veces son suaves gotas
a veces siento que me ahoga.
Madre, te lloran todas mis vidas futuras y pasadas
y te busco en todos los sueños
en el de las dos jugando entre las olas
en el de tu sonrisa entre guacamayas.
Madre colibrí, te siento en cada célula,
soy carne de tu carne, dentro de mí vives
aún vives en mí.
Tus manos son mis manos y las de mi abuela
te siento en cada célula
Y grito ¡madre! y gritan todas mis células
y las células de todas las hijas en duelo.
Soy lunar,
porque me he entregado al dolor
y a la noche
“Ríndete al dolor”, me ha dicho la ternura
Ríndete al proceso, un proceso lento,
lento y violento
solitario,
viento de luna.
No soy esta fachada fuerte
Sigo profundamente rota.
Sigo profundamente rota y herida de muerte.
Mi cuerpo no puede a veces
pero mi espíritu si.
Me duele todo
me duele mi madre
y me muestro así
humana y huérfana
desecha y vulnerable.
Me duele vivir
si me duele
pero aquí estoy
y sigo soñando, pintando, escribiendo y recitando
y la poesía sigue siendo mi refugio y mi verdad
y seguiré creando hasta que deje de respirar.
Selket Yhay
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