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El Clan de la noche - Primera intervención

Solo en comunidad se puede enfrentar la oscuridad. 

La noche ha representado distintas cosas en mi vida, aprendí desde pequeña a temerle, así como a la soledad. Tuvieron que pasar varios años para que aprendiera a amarla. Gran parte de mis momentos creativos han sido en la noche por la paz que aporta, no hay más responsabilidades adicionales, nadie espera nada de mi, todas las cargas se liberan dejando paso a esa esencia más libre y salvaje. Pero es en la noche cuando también se pueden experimentar la más profunda de las soledades, ansiedad y depresión, sobre todo viviendo sola, viviendo un duelo, o estrés post traumático, porque es un momento donde me confronto conmigo, con mis fantasmas y pensamientos, y se siente muy vulnerable. Es por ello que habitar la noche en Tláhuac para mi ha sido difícil desde que regrese, hace no mucho, siendo el lugar donde crecí, lleno de sombras, recuerdos, significados. Siendo un lugar que esta lleno de mi madre, que ya no está en este plano.

Antes venir a Tláhuac, que yo deje a los 19 años, significaba venir a verla a ella, significaba ella recibiéndome, ella reclamándome, ella cocinando caldo de camarón, preparando el desayuno, sentarnos con ella en la sala a reír y platicar, navidad, altares de día de muertos, eran mi cuarto rosa y mi balcón, era mi familia.

Pero esa familia ya no existe. Esa familia se desintegró.

Cuando leí sobre un Taller de la Noche, vinieron a mi todos esos simbolismos que giran al rededor de ella, la Luna del Tarot, las diosas lunares como Hekate, y vinieron muchos recuerdos de como ha sido mi vida en la noche, pero la noche en Tláhuac específicamente, por toda la carga de pasado doloroso, supe que tenía que re-significarla.

En el taller me sirvió escuchar a otres, que también se sentían con la necesidad de resignificar su noche, de apropiarse de ella, para habitarla, para hacerla más llevadera o incluso disfrutarla. Una mujer en una de las sesiones platicó que se acordaba que cuando se iba la luz en su casa. Contó como todos se juntaban para acompañarse, platicaban y hasta se volvía un momento familiar, sin distractores como la televisión o la radio. Y yo me pregunté ¿será que tiene que llegar la oscuridad para juntarnos y darnos cuenta cuánto necesitamos la compañía de otros?
Como sea, entendí con esto que la noche que habitamos no tiene que ser triste y solitaria. Por el contrario, la oscuridad se puede vivir en compañía y podemos, armados de rebelión, sensibilidad y arte, resignificarla juntes en comunidad. Así fue como surgió el Clan de la Noche, nacido de ese taller.

La idea comenzó con hacer fotos, con las referencias que nos compartió Ale, nuestra bella y sabia guía en esta aventura. Pero luego recordé aquella vez que para enfrentar mi miedo a la calle en la noche, caminé de madrugada, hace varios años, cuando aún aprendía a estar sola, a estar conmigo. Esa vez salí de mi departamento a las 3 am y llegué a un parque cercano donde, poco a poco, vi como con el amanecer cobraba vida la ciudad y color el mundo. El primero en aparecer fue un señor corriendo en shorts con su perro (se que no es relevante para esta historia pero recuerdo mucho eso y haber pensado "¿No se esta muriendo de frío ese hombre?"). Esa vez me sentí valiente, sentí que me empoderé en cierta forma. La noche es de quien se empodera de ella y de su recurso de tiempo. ¡Hay que salir en procesión disfrazados, y con máscaras! Dije, porque siento que personificarse te hace conectar con algo místico, con una personalidad o alter ego que te protege. Así como en la antigua celebración celta del Samhain, (fecha especialmente importante para mi porque es mi cumpleaños) las personas se disfrazaban de animales para protegerse y despistar a los espíritus que en esa época se creía que buscaban cuerpos que poseer (si, de ahí viene el famoso Halloween). "Hay que tenerle más miedo a los vivos que a los muertos" solía decir mi madre. Pero ¿quién en su sano juicio se acercaría a un grupo de locos disfrazados en medio de la noche? (ya estando en lo nuestro hasta un perro nos evitó).
Al final se decidió: nos pintaremos con colores luminiscentes, y nos ataviaremos de fosforescencia, para salir a tomar foto fisiogramas (fotografías con luz) donde no haya alumbrado.

Dadá fue nuestro hogar y punto de encuentro para preparar nuestra nueva piel. Cada quien personificaría a un animal: Karen fue un búho, Ale quiso algo mas tribal, y yo fui una Jaguara, esa poderosa animala con la que he conectado en meditaciones y sueños, en mi proceso de sanación. Después también se animaron a unirse Yered y Elías a quienes maquillé con un poco más de libertad creativa. En la salida nocturna también estuvo Rocío, quien, aunque no se maquillo, nos acompañó gustosa y nos apoyó en todo el proceso. Estuvieron presentes en nuestra mente Aaron y Mariana, quienes se tuvieron que ir antes a casa, pero que también forman parte del recién nacido clan.

Disfruté mucho pintar a cada miembro del clan, y acariciar con color sus rostros, porque ser tocados es la forma mas contundente de acompañarnos. Estoy aquí, te siento, nos sentimos, nos protegemos. El arte al final también es magia. Ale cerraba la iniciación haciendo entrega de una varita luminosa.

Ya listos, con nuestra nueva piel, salimos siete personas en el auto de Olar, el gran fotógrafo que invitó Ale, (a quien solo le pinté la mitad de la cara para salvar la integridad de su cámara, basandome en una máscara de luchador) para capturar nuestra intervención y  nuestra locura. Y al decir esto pienso en Bono (si, el vocalista de U2) cuando dice en una canción, "I'll go crazy if I don't go crazy tonight".

Las fotos hablarán por si solas pero, vivir la noche en colectividad desde el gozo, desde la creación, definitivamente nos confirmó que tenemos que reaprender a habitar la noche desde otros lugares más allá de la fiesta y el "desconecte". De manera más personal estoy re-aprendendiendo a habitarme. Aprendiendo a re-habitarme. 

La muerte te desquebraja todo. Cuando alguien que amas muere, algo de ti también muere con ellos. El trauma te impacta y luego de recomponer tus ruinas, aprendes a vivir desde una nueva versión de ti. Pero antes me pregunto ¿Quién soy ahora? Quiero averiguarlo. Habitarme desde el lugar que habito, y habitar el lugar que habito desde aprender a habitarme. Eso incluye mi propia vida y el espacio/calle/barrio que me rodea, y por supuesto, su noche.

Salir pintada, llena de luz, con otres dispuestos a igualar esa energía, me ayudó a ya no sentirme tan ajena en la noche de Tláhuac (y en Tláhuac en general) desde ese habitarme a mi misma, luego de mis ruinas y mi duelo, desde esta nueva yo, compartiendo con otres, color arte y rebelión. Con el Clan de la Noche, la oscuridad ya no se sintió tan vacía.

Les comparto algunas de las fotos, pronto todas serán expuestas en Dadá, espacio cultural. Y hago un llamado, aullando a la luna, para todes aquellos que quieran habitar y apropiarse de la noche en comunidad.

Fotos por: Olar Zapata
Arte corporal por: Selket Yhay
Taller de Alejandra Trejo Poo

Un especial agradecimiento a Dadá Espacio Cultural por ser ese espacio seguro para nosotres creadores, artistas, y miau.


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